Cero infracciones es una utopía, aun así debemos promover la integridad académica

9 de Marzo 2023

Cero infracciones es una utopía, aun así debemos promover la integridad académica


David Rettinger y Erica Price Burns presentan aspectos clave a considerar cuando las universidades establezcan sistemas que fomenten la integridad académica de los estudiantes.

Derechos de la imagen reservados a Times Higher Education

Toda buena estrategia de prevención se sustenta en un sistema con múltiples capas. Por ejemplo, los automóviles de hoy son más seguros que nunca, gracias a avances tecnológicos como la detección de puntos ciegos y las cámaras de retroceso. Pero incluso con estas herramientas, son las personas (conducción distraída, exceso de velocidad, conducción en estado de embriaguez) las que más accidentes provocan. En consecuencia, modificar estos comportamientos, aprovechando al mismo tiempo las ventajas de la tecnología de apoyo a la seguridad, es un poderoso instrumento para prevenir accidentes.

Tenemos que seguir un enfoque similar para prevenir la deshonestidad académica en la educación superior. El paso radical a la educación en línea por Covid-19 provocó varios casos graves de falta de integridad académica en EE.UU. Ni siquiera West Point, conocida por su estricto código de honor, fue inmune. Las consecuencias pueden ser de gran alcance: la deshonestidad académica puede socavar el prestigio de las carreras universitarias, afectando no sólo a los culpables, sino también a sus compañeros.

Debemos tener claridad en que nunca llegaremos a tener cero estudiantes que hagan trampa en nuestras universidades. Algunos estudiantes siempre cometerán infracciones. El estrés y la presión -ya sea para cumplir sus propias expectativas o debido a factores externos- puede llevar a buenos estudiantes a tomar malas decisiones. Además, hay grupos que siempre buscarán la manera más fácil o rápida de aprobar los cursos.

Los estudios han demostrado que los estudiantes son más propensos a hacer trampa cuando perciben que sus compañeros lo hacen. Cuando esta práctica se generaliza, es menos probable que los estudiantes la consideren un acto deshonesto, lo que crea un círculo vicioso en el que la deshonestidad fomenta la deshonestidad.

Teniendo en cuenta las consecuencias que puede tener la deshonestidad académica, es imperativo que las instituciones transformen este círculo vicioso en un círculo virtuoso. En lugar de centrarse únicamente en atrapar a un pequeño número de estudiantes decididos a hacer trampa, las instituciones deben centrarse en crear sistemas ( con una aplicación justa pero firme) que fomenten la integridad académica. A continuación se exponen algunos puntos clave que conviene tener en cuenta al intentarlo:

1. Una docencia (y evaluación) de calidad es la mejor manera de que un académico apoye a la integridad académica.

Los tipos de evaluaciones son importantes para los estudiantes. Una encuesta realizada por Turnitin a 850 estudiantes universitarios concluyó que los estudiantes piensan que los proyectos finales y los debates en clase son mejores formas de demostrar su aprendizaje que los exámenes o tareas. También consideran que las preguntas abiertas o las preguntas escritas de respuesta corta son mejores que las de selección múltiple para demostrar sus conocimientos y habilidades, a pesar de que la mayoría de los estudiantes prefieren pruebas con preguntas de selección múltiple.

Algunos estudiantes hacen trampa porque está en juego algo muy importante para ellos, como una beca, el acceso a postgrados o un puesto de trabajo. Hacer varias evaluaciones de poca exigencia a lo largo del semestre, en lugar de un examen final, les da una sensación de mayor control sobre lo que están aprendiendo y reduce su necesidad de hacer trampa. Y, los exámenes finales de libro abierto les permiten demostrar lo que han aprendido sin la presión de tener que memorizar información descontextualizada.

2. Es mucho menos probable que los estudiantes hagan trampa cuando creen en el valor de lo que están aprendiendo y no están centrados solo en las calificaciones.

Conectar los resultados del curso con los objetivos individuales de los estudiantes aumenta el compromiso y la adhesión a la integridad académica. El estudio de Turnitin muestra que los estudiantes que esperan aplicar todo o la mayor parte de lo que aprenden en la universidad a su carrera profesional también son más propensos a etiquetar ciertas conductas como hacer trampa. Ello incluye actividades que abarcan desde el uso de recursos no autorizados en los exámenes y entregar las preguntas de examen a estudiantes que los realizarán en un futuro, hasta la contratación de alguien para que escriba ensayos por ellos.

Asimismo, los estudiantes que declararon que la razón principal por la que se inscribieron en su programa de estudios actual era formarse para una carrera profesional específica o prepararse para estudios de postgrado o profesionales eran más propensos a considerar ciertas prácticas como hacer trampa que los estudiantes que afirmaron que la razón principal por la que se habían matriculado era conseguir un trabajo mejor o ganar más dinero. Por ejemplo, el 82% de los estudiantes que se matricularon para obtener una titulación específica declararon que mirar lo que otros hacían durante los exámenes presenciales era “definitivamente deshonesto”, en comparación con el 65% de los que se matricularon para conseguir un mejor trabajo y el 55% de los que se matricularon para ganar más dinero.

Al crear un entorno de aprendizaje en el que los estudiantes se sientan responsables consigo mismos y con su futuro, los docentes pueden apoyar sus ganas de hacer un trabajo genuino.

3. Construir un acuerdo compartido de principios de integridad académica y por qué es importante.

El año pasado, 200 de los 800 estudiantes inscritos en un curso de estadística en la Universidad Estatal de Carolina del Norte recibieron sanciones por utilizar “tutores” en línea que respondían a las preguntas de sus exámenes. Los estudiantes afirmaron que no se dieron cuenta de que utilizar dichos servicios en un examen se considera hacer trampa. Lo que coincide con los resultados de una encuesta reciente de Turnitin: el 22% de los estudiantes afirma que utilizar recursos o materiales no autorizados durante los exámenes no es hacer trampa, y el 23% afirma que colaborar con sus compañeros en evaluaciones de trabajo individual tampoco constituye hacer trampa.

Docentes y estudiantes deben tener una definición compartida de la integridad académica, con límites claros entre comportamiento ético y hacer trampa, y deben comunicar sus expectativas con claridad. Docentes y estudiantes parecen estar levemente en desacuerdo acerca de si está ocurriendo: El 92% de los docentes que participaron en la misma encuesta afirmaron que habitualmente hablaban con sus estudiantes sobre integridad académica o los códigos de honor, pero sólo el 79% de los estudiantes afirmaron lo mismo.

El que nunca logremos llegar a tener cero infracciones no significa que debamos renunciar a las estrategias de mitigación. Adoptar un enfoque escalonado (utilizando estrategias pedagógicas, normativas y culturales en los momentos adecuados de la carrera de un estudiante) les demuestra que la integridad académica es importante y, al mismo tiempo, les da la oportunidad de aprender, incluso cuando han tomado una decision incorrecta. Después de todo, son estudiantes, y parte del deber de los docentes es ayudarles a aprender de sus errores.

Discutir las expectativas en torno a la integridad puede abrirnos la puerta a importantes descubrimientos sobre la importancia del aprendizaje auténtico, sobre cómo conectar el trabajo académico con los objetivos e intereses de los estudiantes y sobre cómo el hacer las cosas de manera correcta refuerza los valores fundamentales de la integridad académica: honestidad, confianza, equidad, respeto y responsabilidad.

Si queremos que la sociedad valore los conocimientos adquiridos en la educación superior, debemos demostrar que nuestros egresados son realmente capaces de hacer lo que predicamos de ellos. Debemos preservar la integridad de las evaluaciones de los cursos y de las notas que de ellas se derivan. Y debemos demostrar a los empleadores y a las entidades acreditadoras que los títulos y grados que emiten nuestras instituciones son válidos.

Información

face Autores columna

David Rettinger
Profesor de Psicología, director de programas de Integridad Académica en la Universidad de Mary Washington y ex presidente del International Center for Academic Integrity.
Erica Price Burns
Dirección de investigación en Whiteboard Advisors y dirigió las encuestas comisionadas por Turnitin.

translate Traducción

Matías Isla Aguilera
Analista de Formación General e Integridad Académica, Dirección Académica de Docencia UC.

translate Revisión

Isabel Godoy Cisterna
Analista Curricular y de Aseguramiento de la Calidad para la Internacionalización, Dirección Académica de Docencia UC.

event Fecha de publicación

09/03/2023

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